La ciudad Universitaria de Caracas, sede de la Universidad Central de Venezuela, es la obra cumbre del arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva, constituyendo así el más importante legado de la modernidad venezolana.
Esta magnifica obra aparece como el monumento de síntesis del pensamiento arquitectónico de Villanueva y concretiza, dentro de un lenguaje innovador, tanto los principios de la formación académico del maestro como su capacidad de interpretar los valores de la arquitectura tradicional venezolana. En este sentido, a partir del estudio de su obra se puede indagar sobre la presencia o no de lenguajes lecorbusierianos, característicos de la época, como lo son los pilotis o columnas, fachadas libres, ventanas continuas, terrazas abiertas y búsqueda tipológica de las plantas de arquitectura; junto a la aparición de un lenguaje de elementos caracterizados por parasoles, muros, pasillas, aleros, persianas, huecos, luz, sombras, que responden a las condiciones naturales del lugar como lo son el clima, la topografía, la vegetación y el sol.
En esta obra, junto a la aplicación de los principios estéticos anteriormente mencionados que tienen como objetivos el desarrollo de niveles éticos dirigidos al crecimiento moral y al desarrollo de las capacidades creativas de la comunidad, lo más importante, según Villanueva, es el aspecto social, el hombre, hacia cuyo desarrollo deben estar dirigidas todas las búsquedas arquitectónicas principio este que repetirá en toda su obra y como director de los Talleres de Arquitectura del Banco OBRERO.
La Ciudad Universitaria de Caracas, obedece a un Plan General que se construyó en etapas entre los años de 1944 a 1956. Entre algunas de sus edificaciones se citan sin jerarquizar al Hospital Clínico Universitario, las facultades de: Odontología, Farmacia, Ingeniería, Arquitectura, Derecho, Humanidades, Plaza cubierta, Rectorados, Biblioteca, Aula Magna, Institutos, Estadio Universitario y otras importantes obras que conforman este gran conjunto.
Para la consecución formal de la arquitectura, Villanueva parte del empleo de categorías estéticas del espacio, la función y forma junto a la utilización de los mayores avances en la técnica de la construcción; cuyo pensamiento se fundamentó en la idea de progreso y en la de integración del arte a la arquitectura.
La idea del espacio como esencia de la arquitectura comienza a desarrollarla en el edificio del Hospital Clínico Universitario, donde las formas curvas de los balcones junto al estudio del color de las fachadas se dirigen a la dinámica del conjunto; partiendo del concepto de analogía mecánica que recuerda la construcción de barcos y tiene sus antecedentes en la estéticas del futurismo. Esta idea del espacio como generador de forma la concretiza con mayor énfasis en la Plaza Cubierta del Rectorado donde las formas curvas, orgánicas, unidas, a los efectos de luz y de sombra crean un espacio cinético; el mismo será llevado a su máximo efecto en el Aula, donde la arquitectura de Villanueva
se integra con la obra plástica de tendencia cinética representada por las Nubes o Platillos Voladores del artista norteamericano Alexander Calder; conformando una de las obras de mayor importancia en el mundo.
Continuando con su idea de espacio cinético concibe la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, donde los factores de luz y de sombra de nuevo establecen la dinámica de la edificación; mientras que durante la noche por efectos de la iluminación artificial desde la autopista se percibe un efecto energético, cinético, del edificio, que pareciera tender a la dematerialización de la forma, como presencia de un lenguaje arquitectónico novedoso y contemporáneo.
La idea del espacio aparece también en la Ciudad Universitaria en otras edificaciones y elementos del conjunto, en los cuales Villanueva parte del concepto de lugar o hitos de significación espacial; esto lo logra con la participación de un seleccionado grupo de artistas de la mayor representatividad del arte moderno. Entre ellos se citan a: Armando Barrios, Oswaldo Vigas, André Bloc, Pascual Navarro, Mateo Manaure, Carlos González Bogen, Victor Vasarely, Fernad Léger, Henry Laurens, Jean Arp, Alexander Calder, Alejandro Otero, Jesús Soto, Francisco Narváez, Alirio Oramas, Omar Carreño, Víctor Valera, Miguel Arrollo y Baltasar Lobo entre otros; que hacen de este recinto universitario un gran museo de arte moderno; donde la obra a partir de la idea de síntesis de las artes, deja de tener valor contemplativo para adquirir un carácter didáctico y formativo de los estudiantes y visitantes de la Universidad Central de Venezuela.
Otro de los aspectos importantes para el estudio de esta obra es la concepción técnica de la misma, para lo cual Villanueva parte de la idea de progreso y accede a la alta tecnología del concreto y a la aplicación de las más recientes técnicas acústicas, eléctricas y sanitarias. Tanto el Aula Magna como las edificaciones deportivas son ejemplo de esa búsqueda plástica que enfatiza el carácter de los materiales, expuestos en su expresión verdadera.
Junto a la arquitectura, el paisajismo adquiere en esta obra dimensiones verdaderamente novedosas, esto debido al amor que el arquitecto profesa por las especies vegetales locales, las cuales al igual que con las obras de arte integra a su arquitectura, creando espacios bucólicos como el Jardín Botánico que parecen recrear la idea de Paraíso.
La Ciudad Universitaria de Caracas ha sido el hogar donde se han formado muchas generaciones de profesionales, cuyo aporte ha sido fundamental dentro de la vida política, económica y social del país. De su seno han salido grandes hombres y mujeres que con su aporte han engrandecido el nombre de Venezuela.
Fue decretada Monumento Histórico Nacional según Gaceta Oficial Nº 35.441 de fecha 01 de Septiembre de 1993 y Bien de Interés Cultural según Gaceta Nº 36.472 de fecha 10 de junio de 1998. Además fue decretada por la UNESCO, Patrimonio Cultural de la Humanidad en el año 2001.
Sitio de Búsqueda: Biblioteca de la UCV/ INCES
Fuente Bibliográfica: Cruz Edgar, 25 Monumentos de Caracas, Ediciones Fundarte. 2000. Caracas, pag.102-103
Esta magnifica obra aparece como el monumento de síntesis del pensamiento arquitectónico de Villanueva y concretiza, dentro de un lenguaje innovador, tanto los principios de la formación académico del maestro como su capacidad de interpretar los valores de la arquitectura tradicional venezolana. En este sentido, a partir del estudio de su obra se puede indagar sobre la presencia o no de lenguajes lecorbusierianos, característicos de la época, como lo son los pilotis o columnas, fachadas libres, ventanas continuas, terrazas abiertas y búsqueda tipológica de las plantas de arquitectura; junto a la aparición de un lenguaje de elementos caracterizados por parasoles, muros, pasillas, aleros, persianas, huecos, luz, sombras, que responden a las condiciones naturales del lugar como lo son el clima, la topografía, la vegetación y el sol.
En esta obra, junto a la aplicación de los principios estéticos anteriormente mencionados que tienen como objetivos el desarrollo de niveles éticos dirigidos al crecimiento moral y al desarrollo de las capacidades creativas de la comunidad, lo más importante, según Villanueva, es el aspecto social, el hombre, hacia cuyo desarrollo deben estar dirigidas todas las búsquedas arquitectónicas principio este que repetirá en toda su obra y como director de los Talleres de Arquitectura del Banco OBRERO.
La Ciudad Universitaria de Caracas, obedece a un Plan General que se construyó en etapas entre los años de 1944 a 1956. Entre algunas de sus edificaciones se citan sin jerarquizar al Hospital Clínico Universitario, las facultades de: Odontología, Farmacia, Ingeniería, Arquitectura, Derecho, Humanidades, Plaza cubierta, Rectorados, Biblioteca, Aula Magna, Institutos, Estadio Universitario y otras importantes obras que conforman este gran conjunto.
Para la consecución formal de la arquitectura, Villanueva parte del empleo de categorías estéticas del espacio, la función y forma junto a la utilización de los mayores avances en la técnica de la construcción; cuyo pensamiento se fundamentó en la idea de progreso y en la de integración del arte a la arquitectura.
La idea del espacio como esencia de la arquitectura comienza a desarrollarla en el edificio del Hospital Clínico Universitario, donde las formas curvas de los balcones junto al estudio del color de las fachadas se dirigen a la dinámica del conjunto; partiendo del concepto de analogía mecánica que recuerda la construcción de barcos y tiene sus antecedentes en la estéticas del futurismo. Esta idea del espacio como generador de forma la concretiza con mayor énfasis en la Plaza Cubierta del Rectorado donde las formas curvas, orgánicas, unidas, a los efectos de luz y de sombra crean un espacio cinético; el mismo será llevado a su máximo efecto en el Aula, donde la arquitectura de Villanueva
se integra con la obra plástica de tendencia cinética representada por las Nubes o Platillos Voladores del artista norteamericano Alexander Calder; conformando una de las obras de mayor importancia en el mundo.
Continuando con su idea de espacio cinético concibe la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, donde los factores de luz y de sombra de nuevo establecen la dinámica de la edificación; mientras que durante la noche por efectos de la iluminación artificial desde la autopista se percibe un efecto energético, cinético, del edificio, que pareciera tender a la dematerialización de la forma, como presencia de un lenguaje arquitectónico novedoso y contemporáneo.
La idea del espacio aparece también en la Ciudad Universitaria en otras edificaciones y elementos del conjunto, en los cuales Villanueva parte del concepto de lugar o hitos de significación espacial; esto lo logra con la participación de un seleccionado grupo de artistas de la mayor representatividad del arte moderno. Entre ellos se citan a: Armando Barrios, Oswaldo Vigas, André Bloc, Pascual Navarro, Mateo Manaure, Carlos González Bogen, Victor Vasarely, Fernad Léger, Henry Laurens, Jean Arp, Alexander Calder, Alejandro Otero, Jesús Soto, Francisco Narváez, Alirio Oramas, Omar Carreño, Víctor Valera, Miguel Arrollo y Baltasar Lobo entre otros; que hacen de este recinto universitario un gran museo de arte moderno; donde la obra a partir de la idea de síntesis de las artes, deja de tener valor contemplativo para adquirir un carácter didáctico y formativo de los estudiantes y visitantes de la Universidad Central de Venezuela.
Otro de los aspectos importantes para el estudio de esta obra es la concepción técnica de la misma, para lo cual Villanueva parte de la idea de progreso y accede a la alta tecnología del concreto y a la aplicación de las más recientes técnicas acústicas, eléctricas y sanitarias. Tanto el Aula Magna como las edificaciones deportivas son ejemplo de esa búsqueda plástica que enfatiza el carácter de los materiales, expuestos en su expresión verdadera.
Junto a la arquitectura, el paisajismo adquiere en esta obra dimensiones verdaderamente novedosas, esto debido al amor que el arquitecto profesa por las especies vegetales locales, las cuales al igual que con las obras de arte integra a su arquitectura, creando espacios bucólicos como el Jardín Botánico que parecen recrear la idea de Paraíso.
La Ciudad Universitaria de Caracas ha sido el hogar donde se han formado muchas generaciones de profesionales, cuyo aporte ha sido fundamental dentro de la vida política, económica y social del país. De su seno han salido grandes hombres y mujeres que con su aporte han engrandecido el nombre de Venezuela.
Fue decretada Monumento Histórico Nacional según Gaceta Oficial Nº 35.441 de fecha 01 de Septiembre de 1993 y Bien de Interés Cultural según Gaceta Nº 36.472 de fecha 10 de junio de 1998. Además fue decretada por la UNESCO, Patrimonio Cultural de la Humanidad en el año 2001.
Sitio de Búsqueda: Biblioteca de la UCV/ INCES
Fuente Bibliográfica: Cruz Edgar, 25 Monumentos de Caracas, Ediciones Fundarte. 2000. Caracas, pag.102-103
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