Nada se sabia entonces de aglomeraciones o de prisas. Por eso el reemplazo en 1905 de los antiguos tranvías de caballitos por carros eléctricos fue una novedad muy celebrada en Caracas. La Religion y El Constitucional señalan en sendas notas que nuestra colectividad se moderniza vertiginosamente. Inclusive los periodicos llegan a comparar este servicio público con el que ya existe en ciudades tan desarrolladas como Londres o Paris
Poco tiempo después el cronista Rafael Silva, Lino Sutil escribiría con tosa seriedad en las páginas de El Universal 1de abril de 1909 una pormenorizada relación del viaje inaugural a bordo de un travía eléctrico desde la Plaza Bolívar al Hospital Vargas. En este mismo vehículo sube frente a Catedral el Bachiller José Antonio, aprovechado alumno de primer año de medicina de la UCV. Más allá de Puente Trinidad el motorista quiere hacer gala dela velocidad y aplica los 7 puntos Es así como el Tranvía cruza el terraplén reciém conatruido y llega a las propias puertas del Hospital . Aquellos vehículos podían desarrollar hasta 25 kph, casi lo mismo que un coche lanzado al galobe.
La empresa de origen inglés tenía firmado un contrato de 99 años con el Gobierno para explotación de las rutas urbanas. Según memoria correspondiente al ejercicio 1911-1912, había llegado a movilizar un promedio de 250 mil pasajeros por mes, incluidos los de lasa líneas de El Valle y Sabana Grande, consideradas extra poblados. El precio del pasaje era de 0,25 con derecho a corrrespondencia . Bastada indicar el lugar de destino, para recibir de manos del colector una contraseña perforada. Tenía validez para recambio a otra línea sin costo adicional. Además existía el sistema de abonos y una tarifa especial para escolares.
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Fuente Bibliográfica: Schael. J. Guillermo. La ciudad que no vuelve. Editorial Segunda Edición Ampliada. Caracas.1968. pag 76.
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